Familia Matricentrada
Antes de comenzar con la descripción del estudio sobre la familia popular venezolana desarrollado por el Dr. Alejandro Moreno Olmedo, queremos dejar claro el concepto de familia, para ello recurriremos al diccionario de la Real Academia Española, la cual nos dice: Grupo de personas emparentadas entre sí que viven juntas; conjunto de ascendientes, descendientes, colaterales y afines de un linaje; hijos o descendencia; conjunto de personas que tienen alguna condición, opinión o tendencia común; conjunto de objetos que presentan características comunes; número de criados de alguien, aunque no vivan dentro de su casa; Grupo numeroso de personas.
Pensamos que estas definiciones están consideradas en otros países en los cuales domina la familia nuclear, es decir; Padre-madre e hijos que comparten un mismo espacio, construyendo una vida en torno a unos ideales comunes.
Al comparar esta realidad con nuestro país Venezolano podemos observar que no coincide con el modelo de familia popular que verdaderamente tenemos y es aquí cuando nos atrevemos a expresar nuestro acuerdo con el estudio desarrollado por el Dr. Alejandro Moreno, nos da confiabilidad éste ya que él convivivió durante muchos años inserto en medio de la realidad de los barrios caraqueños y que por su condición de psicólogo le permite recopilar información desde el testimonio de vida de nuestras familias populares, por ello, compartimos que la familia popular venezolana es matricentrada.
El matricentrismo: Estructuración de una familia, donde la madre es la figura primordial que preside los procesos afectivos al ejercer el rol del centro de las relaciones del parentesco; asume el cargo fundamental de socializar a los niños y de identificarse fuertemente con los hijos, especialmente con las hijas; como alternativa establece una confrontación negativa con el hombre, padre de sus hijos e hijas, y con la mujer, es decir, con su otro yo femenino, cargado de elementos amatorios.
Los modelos de familias en los ambientes populares son muy variados: matrimonio civil, civil y eclesiástico, concubinato, madre e hijos, padre e hijos.
Si más allá de lo formal se busca en cambio, aunque no se lo busque, uno da con él – el modelo estructural, real y funcionante, se hallará uno, si no exclusivo, por lo menos preponderante: madre e hijos. Las excepciones, y las hay, son tan pocas que permiten hablar de un modelo único como forma cultural de la familia popular.
Entre estas excepciones tenemos la familia andina. La familia andina obedece a otro modelo. La diferencia está en que en los estados andinos predomina la familia constituida por una pareja padre y madre e los hijos. No es idéntica la situación en los tres estados. En Trujillo hay más familias matricentradas que en Mérida y Táchira. Hay diferencias entre las ciudades y el campo.
La presencia del padre en la familia, viene a ser el rasgo distintivo andino, además de darle otra forma acentúa en ella la acción masculina como dominio y ofrece a los hijos un modelo de identificación. Es claro que el modelo andino abre mayores posibilidades para la constitución de una pareja más allá de lo formal y para un tipo de relación padre – hijos más sana. De hecho, se dan familias de este tipo en mayor abundancia que en otras regiones.
2.- ELEMENTOS QUE COMFORMAN A LA FAMILIA MATRICENTRADA.
A.) LA MADRE.
La historia ha hecho de la madre popular una mujer sin hombre o una mujer sin pareja. Para que exista la pareja como institución cultural, es suficiente que el hombre y la mujer se autoperciban como orientados a vivir en común y pongan en esta forma de vida lo esencial de su realización como seres humanos. En los hechos, las necesidades básicas de la mujer, cuya satisfacción ordinariamente se espera estén en la pareja, no tienen solución de satisfacción por esa vía.
¿Hacia dónde orientar esa satisfacción frustrada? Hacia el hijo. Sólo en él hallarán cumplimiento las necesidades de seguridad, de afecto sólido y prolongado, económicas, de protección, de reconocimiento y de aceptación.
El vínculo con el hijo es inevitable, impuesto por la misma naturaleza, único capaz de sustituir a ese otro vínculo evitable, y además imposible, con un hombre extraño. La madre nunca se vivirá como mujer pura y simple en una sexualidad autónoma uno de cuyos aspectos puede ser la maternidad. Su autodefinición no será la de mujer, en ese sentido, sino la de madre. Su identificación sexual consiste en ser cuerpo materno. La maternidad la define de su sexo, delimita su feminidad y la realiza en lo sustancial.
El hijo por su parte vivirá el vínculo con la madre, durante toda su vida, de una manera si es varón, de otra si es hembra. La madre se encarga de fijar las diferencias.
B.) EL HIJO.
En la familia matricentrada, el niño vive, experimenta y aprende una vinculación también matricentrica. Los hilos de la trama están en manos de la madre la cual controla firmemente su propio extremo.
El varón de nuestro pueblo venezolano nunca se vivencia como hombre, siempre como hijo. Esta es su identidad. Vinculo filial permanente, por tanto no lo romperá ni la muerte de la madre. Única vía de vinculación estable y profunda, única relación que define la identidad.
Las necesidades afectivas del varón están canalizadas hacia una única vía de satisfacción plena e indefectible: la madre. Toda otra satisfacción será por lo mismo transitoria y en el fondo superficial.
El hijo no significa para el varón nada parecido a lo que significa para la mujer. Cuando la compañera le da un hijo ella inmediatamente pasará a ser la madre de mis hijos. Siempre la madre los hijos son fundamentalmente hijos de madre. La mujer por su parte los quiere así, de ella .
El matricentrismo de la familia esta no solo en las expresiones explicitas de las palabras sino sobre todo, quizás todo, en las mismas estructuras significativas. Por ejemplo: madre no hay más que una; padre puede ser cualquiera. Las madres, incluso se lo dicen a los hijos y los padres lo aceptan sin discusión.
El vínculo de la madre-hijo varón se elabora en función de las necesidades de la mujer madre. El hijo está destinado a cumplir las obligaciones del esposo imposible en todo menos en la relación genital. La genitalidad del varón habrá de disponerse y diluirse en numerosos y variados contactos para que, al mismo tiempo que lo identifica en su sexo, no corra el riesgo de convertirse en fuente y origen de un posible vinculo efectivo rival.
La familia del hombre es la madre y sus hermanos maternos. Por la una y por los otros estará dispuesto a romper la pareja y abandonar incluso a sus propios hijos si la definición se plantea como dilema.
C.- LA HIJA.
La hija es la destinada a formar una nueva familia. Si para el varón “ mi familia es mi mamá” para la hembra, “mi familia son mis hijos”
Tiene además asignado un papel de reserva para cuando el varón falla como hijo o como esposo. La hija podrá suplir pero poniendo por delante siempre su propia maternidad. La maternidad nunca termina ni tiene límites en el tiempo o en el espacio.
La mujer tiene que cumplir un destino fijado por la trama de la cultura. Este destino implica una manera determinada de ser mujer - madre. Habrá de ser una mujer sin esposo, una madre abandonada, una madre criadora total de los hijos.
C.) LA PAREJA.
El compañero, para la mujer no va mucho más allá de ser un medio instrumento necesario para ser la madre, instrumento del que se puede prescindir cuando ha cumplido su función. En el extremo, cualquier hombre es bueno para esa función, no tiene porque ser el mismo para el hombre por otra parte, la mujer que le da un hijo lo confirma como varón. Cada hijo para él es una condecoración en la larga guerra por afirmar su pertenencia al sexo. Para esto en realidad el hijo no es necesario basta la mujer poseída.
Ninguna guerra se gana con una sola batalla, en tales batallas cada quien tiene su triunfo: el hombre su sexo, la mujer la maternidad. La mujer necesita formar su propia familia mientras que el hombre ya la tiene desde siempre y para siempre.
El hogar es propiedad de la mujer. Ella fija los límites, las condiciones de entrada y salida; no es propiamente el hombre el que abandona a la mujer, sino ésta la que impulsa al hombre.
Un vínculo fuerte y estable, múltiples vinculaciones frágiles y transitorias, caracteriza lo familiar popular. Familia necesariamente extensa. No hay en este horizonte espacio para la familia nuclear. El vínculo fuerte circula por vía femenina a través de varias madres perteneciente a sucesivas generaciones que conviven y comparten sus funciones maternales. Esta es la columna vertebral de la familia.
D.) LOS HERMANOS.
Cada uno es hermano del otro a través de su vinculación con la madre común. La fraternidad real circula muy poco de hermano a hermano; su vía central de vinculación está medida por la madre. En cambio con los hermanos de padre la vinculación es más directa dado que el padre no cuenta en realidad sino como referencia indispensable para saberse hermanos. Entre los hermanos de padre la relación depende más de la convivencia, del entendimiento mutuo logrado, que del propio vinculo de “sangre”.
Los verdaderos hermanos son los de la madre. Esto jerarquiza las solidaridades y los compromisos. El hijo mayor se siente obligado a proteger y ayudar a sus hermanos maternos, pero no a los otros. También la hembra, aunque sobre todo al modo de la mujer.
E.) EL PADRE.
La figura verdaderamente fuerte es la madre.Si un español quiere significar la fuerza de un acontecimiento, lo llamará “padre” . Dirá por ejemplo: “una tormenta padre” sin reparar en el femenino de “tormenta”. Un venezolano, en cambio, muy probablemente dirá: “madre aguacero”
En Venezuela el sentido profundo de la experiencia lo da la madre porque ella es la experiencia fuerte y sin mayores complicaciones, pues el padre es una experiencia débil. La identificación está anclada en la madre-sentido de manera inmediata.
En la experiencia del padre predomina lo representado sobre lo genético, padre es el que cría no el que engendra. Cuando esta presente podría hablarse de padre social.
adrianyeli_1994@hotmail.com
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